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¡Gracias, Alfredo!

Mi trabajo es como otro cualquiera: duermo poco, ando mucho y lo que veo no me gusta…. Esta frase que bien podríamos emplearla a día de hoy muchos de nosotros, era la tarjeta de presentación de Germán Areta allá por el año 1981. Gracias, “piojo”.

 

Paco “el bajo” estaba harto de que el dueño de la finca en la que trabajaba, lo tratase como si fuese una más de sus propiedades.  Tanta injusticia social no le permitía a Paco decírselo verbalmente, así que desarrolló una expresión en sus ojos que gritaban más que las voces que pudiesen dar  la desesperación y rabia acumuladas,  por una vida dedicada obligatoriamente  a renunciar y obedecer. Gracias, Paco.

 

Posiblemente, uno de los episodios más vergonzantes de la historia de un país sea sufrir una guerra civil, los españoles sabemos bien de esto, aunque para la mayoría de los que hoy vivimos sea por repercusión generacional.  En el fondo, una guerra, no deja de ser una broma macabra y absurda en la que obligan a enfrentarse entre sí  a individuos que sufren similares problemas y preocupaciones, la principal, ganarse el pan… "¡Que le den mucho por el saco a la vaca! yo, me voy a comer". Gracias, brigada Castro.

 

En la fraga de Cecebre  se oye un grito: “¡Alto me casonsoria! …La bolsa o la vida”. Gracias, Fendetestas.

 

El sr. Castrillo indignado, espetó a sus compañeros de planear  el robo.
Nosotros seríamos incapaces de robar a un semejante, pero robar a un banco es bien diferente, seguro que al final también terminan ganando. Le explicaba el Sr. Galindo animándole.
Bueno… Pues en ese caso, me uno al atraco, porque me gustaría tener un chalé en Torremolinos y un yate pequeño para recorrer la costa. Gracias, Sr. Castrillo.

 

Siéntate, pon cara de susto y después vete a casa, Alfredo. Gracias.

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