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Bright size life!

Lo peor que llevo de dormir en la calle, es la claridad de las mañanas, especialmente si me levanto con esta pertinaz resaca, por consumir alcohol de poca calidad y mezclarlo con antidepresivos y otros tipos de droga... Igual hace tres días que no me baño como es debido, y apesto. Sin comer bien, no digamos, esto creo que llevo sin hacerlo, desde que me fugué la última vez del Bellevue.

Necesito ejercitar un poco los dedos antes del primer trago, aprovecho el enchufe del parque para conectar el amplificador y saco de su funda mi Fender Jazz Bass, comienzo a calentarlos un poco haciendo la línea de "Bright size life" ¡Qué paradoja!

Mis dedos no son lo que eran, tantos ansiolíticos me han ralentizado los reflejos y no puedo tocar con precisión, debe ser mi sino, que las lesiones me hagan abandonar mis profesiones. Ya me ocurrió con la batería, cuando me fracturé la muñeca y desde hace unos años los medicamentos me obligan a dejar el bajo... Trastorno bipolar, lo llamó el doctor.

Alguien se para a escucharme, pero por mi aspecto o el de mis colegas, que todavía siguen durmiendo su pedo, no permanecen mucho tiempo. Siempre me gustó deslumbrar al público, debo reconocer que me gustaba más cuando llenaba escenarios por todos los rincones del mundo, eran otros tiempos, no exentos de locuras, pues en realidad mi cerebro nunca funcionó todo lo bien que debería... Sinceramente creo que alejarme de Zawinul, desató el demonio que había en mí, el me controlaba, me hacía no salirme del guion.

Todo cambió cuando me fui de gira con Word of Mouth, se me fue la mano con las drogas y esa explosión en mi ya deteriorado cerebro, me convirtió en alguien imprevisible. Recuerdo una detención en Tokyo por correr desnudo por la calle, a punto estuvo de suspender la gira. Sin embargo lo que verdaderamente me preocupaba, en mis momentos lúcidos, era el miedo que sentían mis compañeros de banda ante mi mirada, ¡La de un loco!

Hoy estoy en uno de esos días en los que me siento eufórico, si estuviese en el Bellevue el doctor diría que estoy en fase maníaca, quizá debería volver allí pero me perdería esta noche a Santana y las cosas buenas de la vida hay que aprovecharlas por que igual no las vuelves a tener, mismamente ayer a estas horas, estaba saliendo del trullo y hoy estoy saboreando mi libertad... Creo que si mi familia no se vuelve a inmiscuir, no volveré al psiquiátrico.

¡Hey tío...! ¿Puedo entrar a jugar? Me vendrá bien un poco de basket antes del concierto, dejaré el bajo apoyado sobre el banco mientras. Recuerdo en una gira por Italia, estar jugando al baloncesto en mi habitación de hotel y no sé como, acabé saltando por un balcón de 8 metros... ¡Mierda! ¡joder! ¡Alguien me ha mangado el puto bajo! Ahora si que estoy bien jodido.

 

El Estadio de Fort Lauderdale estaba a reventar para ver a Santana, entre empujones, conseguí llegar hasta primera línea, no sin perder parte de mi bebida... ¡Carlos! ¡Carlos! Le grité desde el foso, por si me oyera, aunque dudo que me reconociese, no soy el mismo de hace cinco años. Aproveché un despiste de los seguratas y me incorporé al escenario en un momento de la actuación, Alphonso me miró alucinado, Carlos no paró de tocar, aparecieron dos gorilas desde detrás de la batería y me interceptaron, sacándome del estadio. Sólo quería volver a tocar en público, le dije a uno de ellos. Soy amigo de Carlos y de algunos de sus músicos, añadí. ¡Vete a tomar por culo de aquí, borracho de los cojones!

Me meteré un par de anfetas más y vagabundearé por Wilton Manor, buscando un sitio donde tomar una copa, ¡hombre! el Midnight Bottle, al menos escucharé algo de R&B... Perdona, pero no está permitida la entrada a no socios. Dijo el portero de una forma no muy amable. ¡Que te follen! Mamón, le contesté menos amablemente, deberías marcharte de aquí si no quieres problemas... ¡Problemas, problemas! te voy a enseñar lo que son problemas, y cogiendo lo primero que pillé, no recuerdo exactamente qué, lo arrojé contra la cristalera de la entrada, haciendo añicos toda la puerta...

Se me acercó y de una patada en el abdomen me tiró al suelo. ¡Levanta, puto mendigo! Que me voy a cobrar el cristal de la puerta... Todavía no me había incorporado cuando recibí otra patada, esta vez en la cabeza... En ese momento sentí como mi pensamiento no acompañaba mi cuerpo, que permanecía inmóvil, recibiendo unos tras otros golpes que ya no me producían dolor alguno. La cara humedecida por la sangre que se formó a mi alrededor, mi cráneo hecho añicos, mi cuerpo lánguido e inerte...

Llevo diez días sin abrir los ojos pero sigo viendo, por mi habitación han pasado todos los mejores músicos con los que he compartido escenario, Mitchell, Metheny, Erksine... En el fondo siento que he vuelto a perder mi libertad, si es que alguna vez la alcancé realmente. Mi mujer lo sabe y hoy firmó la autorización de desconectarme del respirador artificial, creo que se acabó todo... Voy a escuchar Road Trip.

A la memoria de un genio, probablemente, el bajista con mayor talento natural de todos los tiempos.  John Francis Anthony Pastorius, fue mundialmente conocido en el mundo de la música Jazz como Jaco Pastorius, nació el 1 de diciembre de 1951 en Morristown, Pennsylvania y murió a los 35 años el 21 de septiembre de 1987 en Fort Lauderdale, Florida. Un músico exquisito que gozó de la confianza para compartir escenarios con otros músicos como, Herbie Hancock, Al di Meola, Weather Report, Joni Mitchell… Estuvo casado con Ingrid con la que tuvo cuatro hijos, John, Mary, Julius y Felix Pastorius, estos dos últimos celebran en el sur de Florida un concierto en los primeros días de diciembre en el Tribute to Jaco Pastorius.

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