top of page

¿LOS IMBÉCILES ALCANZAN LA FELICIDAD?

Hoy se me ha venido a la memoria una frase que leí ya hace algún tiempo a uno de mis escritores más admirados, Jardiel Poncela. La cita en cuestión decía, s.e. u o. “Hay dos maneras de conseguir la felicidad, haciéndose el imbécil o siéndolo”. Supongo, como os pasaría a cualquiera de vosotros, que viéndome reflejado ante esta tesitura, serían mayores en número los pensantes de que me hago el tonto, a aquellos que me consideran un pobre lerdo.
Tampoco pienso que albergue tanta gravedad el ser un completo majadero, hay muchos aspectos de la condición humana más despreciables que éste, la cosa se complica cuando confluyen varios en un mismo individuo.

El tener que soportar a estos bobos, no es más que otra de las inconveniencias que debemos sumar a la muy trillada crisis.  A pesar de que nos ha restado dignidad, de padecer cierta clase política y empresarial que roba por encima de sus posibilidades, de hacernos creer que hoy por hoy la precariedad laboral es un artículo de lujo, en definitiva, por haber inoculado en nuestros cerebros el Bonjour tristesse de Sagan…
En otros tiempos de bonanza económica, si es que existieron, cuando nos topábamos con un oligofrénico recalcitrante y apercibíamos su estupidez, fintábamos la situación con un socorrido “Venga… ciao, Menganito” acompañando la frase con un guiño fingido y asintiendo con la cabeza mientras nos alejábamos del escollo.

Volviendo a Jardiel, que era un tipo de cierta vehemencia en sus convicciones y afirmaciones, desconozco si los imbéciles alcanzan la felicidad, las veces que he querido que me tomasen por memo, no he notado un estado de bienestar, pero si me ha hecho pensar que otro tipo de imbécil, es posible… Nadie nos merecemos ser tratados por imbéciles que creen que lo suyo es mejor, que es lo único que merece la pena y el resto debemos conformarnos con ser meros espectadores de su patética originalidad. O por aquel estúpido que mostrándonos ante él con buenas maneras, lo confunde con una falsa ingenuidad de la que sacar provecho. Y cómo no recordar al infeliz, que obligado por su propia ignorancia, hiere nuestros sentimientos, dejándonos comprobar que la necedad se puede convertir en una variedad del maltrato.

Tampoco deberíamos alarmarnos, como soy de los que siempre ven la botella medio llena, creo que en general nos rodeamos de la gente que merece la pena y nos aporta satisfacción. Aunque creo que no está de más repasar a veces,  la idiotez que merodea…

bottom of page